La marcha forzada a Talavera de la Reina fue una marcha que realizaron varios regimientos británicos en de la cual, las fuentes más veraces la contabilizan como sesenta y dos millas en veintiséis horas. Esta marcha a Talavera desde Malpartida de Plasencia fue dirigida por Sir Robert Craufurd al mando de la Brigada Ligera que comprendía los regimientos 1st/43rd, 1st/52nd y 1st/95th a la que se unió la batería de real artillería a caballo del Capitan Hew Ross, que más tarde se le conocería como The Chesnut Troop.
Craufurd llegaba tarde puesto que Wellington y el general de la Cuesta ya habían marchado hacia Talavera de la Reina para enfrentarse al mariscal francés Perrín en un intento de expulsar a los franceses de Madrid. Esto hizo que impusiera un ritmo de marcha para llegar a tiempo que se considera, como menos, una hazaña.
Haremos un spoiler y os diremos que Craufurd y la apalizada brigada ligera llegaron, aunque llegaron un día tarde y con bastante bajas.
Dentro de estás tropas se encontraba un joven de origen irlandés llamado Eduard Costello, quien años más tarde escribiría sus memorias (gracias al proyecto Gutenberg puedes encontrarlas aquí) como soldado que nos dejan un buen testimonio de que es lo que tuvieron que llevar en esa terrible marcha.
En el capítulo IV, el fusilero Costello escribe sobre su llegada a Santarén y como empezaron a realizar una serie de marchas forzadas para unirse a Wellington. Añade una nota al píe en la que escribe:
As the reader may not be aware of the weight each rifleman had to carry during this long and harassing march, this too by men considered the lightest troops in our service, they are as follows:
Knapsack and straps, two shirts, two pair of stockings, one pair of shoes, ditto soles and heels, three brushes, box of blacking, razor, soap-box and strap, and also at the time an extra pair of trowsers, a mess-tin, centre-tin and lid, haversack and canteen, great coat and blanket, a powder-flask filled, a ball bag containing thirty loose balls, a small wooden mallet used to hammer the ball into the muzzle of our rifles; belt and pouch, the latter containing fifty rounds of ammunition, sword-belt and rifle, besides other odds and ends, that at all times are required for a service-soldier.
Each squad had also to carry four bill-hooks, that weighed six pounds each, so that every other day each man had to carry it; thus equipped, with from seventy to eighty pounds weight, this too in the melting month of July. Not content with the above, the General gave strict orders for each man to have his canteen filled with water before commencing the day’s march every morning.
Esto nos da una idea de lo que podía ser la equipamiento de un fusilero. Y hay que tener en cuenta que acababan de desembarcar, con lo cual no tendrían todavía el botín de su pillaje. Pero como dice el propio fusilero en esta nota:
Through being thus overloaded, four hundred of the battalion died a few months after our arrival, without a single shot being fired. But the survivors soon found out the cause of this mortality, as I don’t think there was a man in the regiment five years after, before we left the country, could show a single shirt or a pair of shoes in his knapsack.
Evidentemente, nuestro rifleman sobrevivió a esta marcha y a toda la guerra y posteriores a las que fue, acabando como guarda de la torre.
¿Quieres saber más de los Rifleman? Mira la unidad que nosotros recreamos, el 5th/60th