Enmarcada dentro de la retirada de John Moore, la batalla de Ponte Cruzul organizada por Recreadores de Galicia entra en su tercera edición y por fin asistimos a la misma encuadrados dentro del famoso regimiento de 42nd Highlanders.
Como no podía ser de otra forma nuestra llegada a Becerreá (Lugo) fue con la tradicional lluvia gallega. Aunque he de reconocer que la mayor parte de la misma nos cayó en el camino, porqué cuando llegamos al campamento no llovía. Ahora que lo pienso mientras escribo esto, en los momento en los que más expuestos estábamos fue cuando no llovía o llovía menos. Será cosa de brujas? Nada más llegar, tuve posiblemente la acogida más amable que he tenido en una recreación. Me ofrecieron un buen caldo para entonar el cuerpo. Gracias, Teresa!! Tras una buena cena en la que nos invitaron a participar, nos volvimos a la habitación a dar forma a las plumas para el Bonnet y tnerlo listo para el día siguiente en Ponte Cruzul.
Sábado a la mañana, salimos en formación para el ayuntamiento, en un paseo a toque de tambor en el que la lluvia si hizo acto de presencia, pero no tanto como para ponernos los great coats. Por la tarde tendríamos la batalla y aunque la lluvia amenazaba con ser constante, a medida que nos acercábamos a Ponte Curzul, fue remitiendo hasta parar. Lo cual nos permitió disfrutar de la batalla. Aunque perdiésemos contra las tropas francesas.
Ocupamos el extremo del puente y nos fuimos retirando hasta el medio del puente. El plan era sencillo. Aguantar a los franceses hasta que tuviésemos todo listo para volar el puente. Desgraciadamente falló el intento y la presión de la línea francesa y de la caballería diezmo nuestras tropas.
Por la noche, gracias el Ayuntamiento de Becerreá, gozamos de un cordero al espetón como cena que disfrutamos en compañía de otros recreadores hablando de los temas que tanto nos gustan.
El domingo, era el día de nuestra revancha, pero esta vez como furiosos paisanos que deciden tender una emboscada al ejercito francés para retrasar su avance. Y así, bajo una débil lluvia, montamos una improvisada barricada. Al iniciar la batalla, la lluvia paró y defendimos nuestra barricada aunque su altura que no impidió que la caballería la saltase y se colase en nuestra zona. Pero tras muchos disparos y duros combates conseguimos hacer retroceder a las unidades de línea.
Con un muy buen sabor de boca, tras ver a buenos amigos (algunos muy caros de ver), nos volvimos a casa. Y en el camino de vuelta nos acompañó la lluvia.