La noche del sábado en Waterloo fue una noche de camaradería dentro de los Royal Marines.
Se recordó con mucho sentimiento a aquellos que durante estos años sin contacto por la pandemia, nos habían dejado. Una pequeña ceremonia, sencilla y emotiva. Para los que era nuestra primera vez la oportunidad de ver también las caras de aquellos que nos habían precedido y de las que siempre se cuentan anécdotas.
He de decir que el sábado por la tarde ocurrió una anécdota de los más curiosa. Un hombre, ya entrado en años, que suele asistir a la recreación de Waterloo de forma asidua siempre como teniente de navío de la Royal Navy se acercó al campamento totalmente emocionado pues había visto los colores de nuestro campamento y los había reconocido de la misma.
Pero su alegría fue en aumento cuando no se encontró algún oficial más, sino a una unidad de Royal Marines. Muy formalmente, como corresponde a un caballero de la marina, este buen hombre pidió permiso para hacer algo que no había hecho en todos esto años: participar en la batalla. Evidentemente, se unió a nosotros en la columna de marcha a la batalla. Y cuando estábamos desplegados, en un momento dado sacó una pistola Sea Service y se lio a tiros junto con nuestras descargas. ¡Incluso tuvimos que pasarle más cartuchos!
Sé que se salía un poco del papel, pero en su cara se veía la felicidad de muchos años concentrados en una batalla. Por la tarde noche volvió al campamento acompañado de su mujer, con un vestido de época impresionante, quien nos dio las gracias por nuestro gesto hacia su marido.

Aunque había fiesta y baile, la mayoría nos quedamos en el campamento, descansando o disfrutando de unas cervezas y limpiando los fusiles para el día siguiente. El cual nos trajo, no solo menos calor, sino también lluvia. Lo cual creíamos que íbamos a agradecer, pero como estuvimos parados durante bastante tiempo debajo de la lluvia tuvimos que andar con ojo de que los fusiles y sobre todo la llave no se mojase. Afortunadamente para cuando llegamos al campo de Waterloo ya había dejado de llover.
El desarrollo de la batalla fue muy parecido. Nuestras descargas esta vez fueron mas coordinadas entre las diferentes unidades. Pero la verdad que en esta me ocurrió lo mismo que en la anterior. Llego el momento de estar atento a las ordenes del coronel y perdí mucho (casi todo) del desarrollo de la batalla en general.
Tras volver al campamento, comer y descansar los diferentes miembros del grupo empezaron a recoger para aprovechar la luz en la carretera. Algunos, más previsores se quedarían allí. Y nosotros nos lanzamos al asfalto con la intención de pasar París antes de detenernos a dormir….. Pero esa es otra historia, para ser contada en otros lugares.